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domingo, 15 de junio de 2014

Lo siento mucho, Mamá.

El dolor recorrió cada parte de mi cuerpo rápidamente, al compás del corazón. Miré a la derecha, luego a la izquierda y, como ya suponía, nadie estaba a mi lado. Tragué saliva. La soledad era todo lo que tenía. Me esforcé por pronunciar unas palabras con voz quebrada:
-Necesito ayuda.
Luego me di cuenta de que nadie estaba ahí para escuchar lo que yo decía. 
No me daba cuenta, pero estaba obsesionado, quería ser el primero y el mejor en todo, cuando no lo conseguía mi cuerpo lo pagaba. ¿Por qué deseo tanto destacar y a la vez me gusta pasar desapercibido? 
Recuerdo tener solo cinco o seis años y llorar durante horas, nadie estaba ahí para secar mis lágrimas, tampoco nadie quería estar.
No encajo ni en mi propia casa, todo me da asco.
Llevo media vida pensando esto entre lágrimas antes de dormir:
<<¿Qué he hecho para que la gente me tenga tanto odio?>>.
Sigo vivo a causa de mi gran temor a la muerte y a no existir, pero también quiero no hacerlo.
No puedo mover, mis huesos están fríos. Quiero levantarme de la cama, pero me es totalmente imposible, en vez de hacerlo, me limito a preguntarme: ¿sabrá la gente todo el daño que me ha hecho?
He decidido dejarlo todo, ya todo me da igual, llevo tanto años sin lograr ser feliz que me he acostumbrado, me meteré en mi cama y escucharé música hasta mi último latido.


2 comentarios:

  1. oww hermoso, que mal leerte con estos sentimientos, me duele mucho de verdad porque he pasado por cosas similares, mantente fuerte,sólo sé fuerte, recuerda que mereces ser feliz y sólo tu puedes lograrlo, te mando un fuerte abrazo.

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