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domingo, 29 de diciembre de 2013

Sangre I I.

   Pasé la lengua por el afilado cuchillo haciéndome una pequeña raja que cada vez fue chorreando más de sangre. El dolor me produjo un sentimiento de placer inigualable, nunca antes me había hecho tanto daño, nunca antes me había sentido tan bien.
   Encendí mi cámara y me grabé cortándome en otras zonas, quería mostrarle al mundo a través de Internet lo bien que me sentía al provocarme dolor.
   Mi locura fue a más, ya no lo podía parar, cada vez más gente veía mis vídeos, y toda mi audiencia era demasiado exigente, me pedían más y más, hasta mi último vídeo.


sábado, 30 de noviembre de 2013

Sangre.

   Sentí que alguien me estaba siguiendo, miré de reojo a mis espaldas y, desgraciadamente era así, tuve miedo, mucho miedo, pero en el fondo creía que nada malo me iba a pasar.
   Me desperté en una sala oscura, al abrir mis ojos pude ver a mi alrededor cadáveres torturados, sangre, demasiada sangre. Pude notar mi vómito intentar salir de mi boca pero, al ver al asesino, tragué sin pensármelo dos veces aquel vómito.
   Quise llorar, pero no lo hice, elegí la opción de hacerme el fuerte, aunque no sirvió de mucho, en menos de dos horas me encontré en medio de un bosque con los huesos a la vista.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

IMPORTANTE.

   Poco a poco me he ido dando cuenta de que me gusta más escribir poesías, entonces a partir de ahora no escribiré mucho en este blog, mi blog principal será ''La poesía salva vidas'', al que puedes acceder haciendo clic aquí. En ese blog me lo tomo más en serio, aquí subiré algo de vez en cuando, pero menos de lo que lo estaba haciendo, seguirme en el otro blog también.
ADIÓS.




porunfinalfelizmonner@gmail.com
isaacmonner@gmail.com

   

sábado, 16 de noviembre de 2013

. H O P E .

   
   No lograba cesar de llorar, me sentía débil, más que nunca, creía que ya no quedaba nada. Pero llegó ella, mi mejor amiga y, sin darse cuenta, me hizo más feliz. Siempre estuvo ahí para asegurarme que todo acabaría.

   Tantos años compartiendo risas a su lado, tantos recuerdos almacenados en mi memoria que jamás podré borrar, los dos creábamos un mundo irreal que, para nosotros, era real. Nuestras sonrisas conectaban a la perfección, ella siempre fue mi mitad, sin ella mi mundo estaba incompleto. Cuando yo no podía sonreír, al verla hacerlo a ella, yo también lo hacía. Y es que aunque cuando le contase algo que me dolía o me preocupaba no dijese ninguna palabra, con una caricia solucionaba mi mundo. Su rostro es de tez clara y severa, que pinta de color el mundo cuando es imposible encontrar algún otro aparte que el negro.  

Te recomiendo que encuentres a alguien que siempre te comprenda, pues nunca te sentirás solo.

A mí mejor amiga, María.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Amor de verano.

Penetraste tu mirada en la mía, tus débiles brazos me rodearon, me sentí más seguro. Tu belleza es algo descomunal, indescriptible, mágica. Tus labios pintados de un color rojo oscuro rozaron los míos, quise ir a más, pero tú no me dejaste. 
Pasó el tiempo, el verano se terminaba poco a poco, sentí como si solo quedase una cucharada de helado por saborear. Cada día te echaba más de menos y aún no te habías ido.
Levanté mi mano haciéndote un gesto de despedida, ese autobús se fue alejando hasta yo no poder verlo, una lágrima acarició mi mejilla suavemente hasta terminar en el suelo, ¿volvería a verte?
Poco a poco nos vamos olvidando y, sin darme cuenta, el helado se ha terminado.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Historia de una chica enamorada.

Le amo, no puedo parar de pensar en él, en su dulce cabello color castaño claro, le amo. Su manera en la que se expresa, cuando no sabe explicarse, cada pequeño detalle de su ser. Intento olvidarme de él, pero me resulta completamente imposible. 
Cada vez sufro más, pero no me detengo, sigo amándole, sigo perdonando todos sus errores, aunque no se los perdonaría a otras personas. 
¿Perfecto? mucho.
Sueño cada día que me abraza, o... simplemente que se acerca a  mí.
Creo que me estoy olvidando de él, poco a poco. Vale no, no lo estoy haciendo. Ahora sí. Ahora no. Le amo. No le amo. Le adoro. No le adoro.
¿Le amaré por siempre?
Dios, como le odio, es un pesado asqueroso.
Es encantador.
Le he olvidado.
Jo, que guapo es ese, creo que me estoy enamorando.

jueves, 31 de octubre de 2013

Nuevas pestañas.

Últimamente me está gustando el mundo de la poesía, por lo que he abierto una pestaña en la que solo habrá poesía, es difícil escribirla, así que no será muy frecuente, un poema al mes, o así.
La otra pestaña es de un libro que estoy escribiendo. El lunes 4 de noviembre tendréis la sinopsis, espero que os guste, os avisaré aquí cada vez que haya algo nuevo.

Un padre.

Los busco, aunque no los encuentro. ¿Alguien es culpable de mi desgracia? Siento que debe de haber alguien que provoca mis largas noches de insomnio a causa de la muerte de mi padre. Yo le quería, le quería mucho, ¿de quién tomaré yo ahora ejemplo? Siento que mi vida se está derrumbando. Quiero dormirme y despertar si él vuelve, sino, tendré que ir yo.

sábado, 26 de octubre de 2013

Lágrimas sangrientas.

Dejo que la música suene para mis oídos, cada nota es una lágrima más. Me vienen a la cabeza todos los recuerdos, todo es tan difícil. Pienso en lo solo que estoy, en que nadie me quiere ayudar y le permito a las venas de mi muñeca que lloren sangre. Me siento débil, sin fuerzas, ¿cómo puedo llegar a hacer esto? Todo me supera, ¿hay una salida? Necesito que alguien me rescate, que alguien me saque de este oscuro lugar en el que no encuentro felicidad. De nuevo me hago otra pequeña raja, me juro a mí mismo que será la última, pero con la tercera hago lo mismo, y con la cuarta, hasta que alcanzo la tranquilidad y guardo de nuevo el cuchillo en mi mesita hasta el próximo ataque de ansiedad.

Todo lo que te amé.

Antes de nada... No me matéis, sé que no está bien, pero es uno de mis primeros poemas y es difícil, creerme, muy difícil, porque perfectamente podría escribir sobre sentimientos que no siento o no sentí y que rimen a la perfección, pero quería que los versos que voy a escribiros a continuación saliesen directamente de mi corazón (qué cursi, joder). Ahí va:
Me siento frente al piano,
el que tocaré quizás,
jurándome en vano
que no volveré a amar más.
Comienzo una melodía,
brotan lágrimas de mis ojos
recordando el tiempo que yo perdía
amándote sin anteojos.
Te espiaba
en mis días largos,
te lloraba 
en mis días amargos.
Tenerte pedía 
creyendo que algún día lo conseguiría.
Tras unos meses pasados,
pensé que nunca nadie me amaría,
pues me dolían los costados
de luchar por lo que quería.
Ya no te amo,
sí que te quiero.
que todo lo que te amé
siempre lo recordaré.

A mi primer amor.

jueves, 17 de octubre de 2013

El último grito.

Me imagino bajo tierra, enterrado, muerto, sin alma, ¿alguien dejaría que de sus ojos brotasen lágrimas por mí? ¿Alguien sería capaz de caer en depresión a causa de mi muerte? Creo que las ideas que llenan  mi cabeza suenan enfermizas, me doy miedo, ¿hasta dónde puedo llegar para conseguir que la gente se preocupe por mí?
La sirena del instituto suena, aunque la profesora de Historia no lo supiese, había empleado su clase para cosas más útiles como pensar en ideas provenientes de un loco, yo.
Me siento triste, aunque no sé muy bien por qué. Escucho mi nombre tras mi espalda, escucho su voz, las notas adecuadas para una partitura sobre el chico perfecto llegan a mis oídos.
-Dime –contesto a su llamada haciendo parecer como que estoy pasando por el peor momento de mi vida, aunque sea mentira.
-Te quería preguntar si… Àlex, ¿estás bien?
Lo he conseguido, me siento orgulloso de mi actuación. Decido que le debo dejar con la duda de si estoy bien o no y, tras meter mis libros en la mochila pasando de él, salgo de clase.
Al perderlo de vista me muerdo el labio y doy dos pequeños saltos expresando mi entusiasmo.
Ese día iba todo de negro, me gusta ir de negro, siento que mis actuaciones suenan más creíbles. A veces llego a preguntarme si estoy triste de verdad o simplemente lo exagero todo.
Vuelvo a escuchar su voz a mi espalada, esta vez me dijo directamente:
-Si estás mal quiero que sepas que puedes confiar en mí. Lo que te quería preguntar es si quieres venir a tomar algo con Marcos, Laura y conmigo.
Siento esa última palabra penetrar en mi mente. Marcos y Laura son novios, pude llegar a creer que me estaba pidiendo salir. Pero estaba demasiado ‘triste’ como para salir.
Me rasco la cabeza dejando que los ojos de Niccolo vean las marcar de haberme cortado y digo:
-Hoy no puedo, chao.
Tras decir esas palabras le vuelvo a dejar con la misma cara de unos minutos antes y me voy corriendo a casa.
Por el camino empiezo a pensar, y eso siempre me sienta mal. Me invitó a salir porque odia a Marcos y él siempre suele invitarle, por lo tanto se quería escaquear de estar con él y su novia.
Al llegar a casa escucho a mi madre decir:
-Que pronto has llegado, para comer hay lentejas.
Pienso una escusa rápida y le respondo:
-Me duele un montón la tripa desde que comí el bocadillo del recreo, hoy no como, cuando se me pase comeré algo.
Miento más que hablo, recuerdo el momento en el que cogí mi bocadillo de nocilla y lo tiré a la basura mientras escuchaba una canción de Evanescense.
Al llegar a mi habitación y tras cerrar la puerta con llave me desnudo frente al espejo y lo único que logro ver esa la grasa que no logro eliminar.
Me dirijo a mi mesita, en el tercer cajón al fondo hay una cuchilla. Intento detenerme, sé que no debo hacerlo, pero la ansiedad que corre por las venas de mi muñeca debe salir.
Existe una salida de este asqueroso mundo, solo la encuentro cuando daño mi muñeca.
Me siento tan solo, nadie me querrá nunca, solo soy un amargado.
La sangre empieza a brotar y yo rápidamente cojo un papel de mi escritorio para poder limpiarla.
¿Algún día podrá llegar a quererme alguien? Siento que todo el mundo me toma el pelo, que la gente solo me dice lo que mis oídos quieren escuchar.
Odio el mundo, odio la grasa, odio los miedos, odio a la gente, odio la escuela, odio las preguntas que rondan por mi cabeza, odio no saber que va a ser de mí, me odio a mí.
Niccolo, estoy esperando a que vengas a rescatarme, ven y cura mis heridas, ámame, deséame.

Me meto entre las sábanas de mi cama, no quiero despertar más. La sangre sigue brotando, y sigue, hasta que un grito me deja sin voz y sin alma.

domingo, 6 de octubre de 2013

Cuenta como te sientes.

Da igual de qué país seas, cuántos años tengas, da igual todo, seguro que, como todos, tú también tienes problemas. Es el momento de que te desahogues, abajo, escribe un comentario relatando cómo te sientes y qué te ha paso, puede ser de forma anónima o no. No sé si alguien me lee, pero si tú estás leyendo esto significa que si hay personas que me leen, comenta y saca todo lo que te has guardado. ¡Un abrazo! Responderé todos los comentarios, se feliz.

Hasta que dejes de respirar.

Recuerdo la melodía y la tarareo hasta que la clase de matemáticas acaba, me muero de ganas de tocarla. Voy corriendo hacia mi casa preocupado por la enfermedad de mi madre, hacia unas horas me acababan de comunicar que le quedaban horas de vida. Llego a casa, guardo el piano más pequeño que tengo en mi bolso y me dirijo al hospital donde se encuentra mi madre. Al llegar voy a su habitación y comienzo a tocarle la melodía pensada. Puedo detectar que la he despertado, aunque no se le note mucho, y le digo:
-Mamá, nunca me olvidaré de ti, te he compuesto esta canción, te la tocaré hasta que te vayas.
Le beso la mano y continúo tocando.
Pasan dos horas y... ha llegado el momento, a la vez que yo toco un do ella, la más bella mujer que la Tierra pudo contener, suelta al viento su último suspiro.
-Lleva, allá a donde te vayas, esta melodía en el alma -le susurré esperando que pudiese hacerlo.

domingo, 29 de septiembre de 2013

El amor.

Te rodeé con mi cuerpo dándote el más sincero de los abrazos, besé tus carnosos labios sintiendo algo que jamás había sentido por alguien. ¿Es esto amor? 
Nos desnudamos y nuestros cuerpos se empezaron a rozar suavemente, deseé que ese momento nunca terminase, me sentí tuya, únicamente tuya, de nadie más, sentí que nunca me ibas a fallar, que siempre estaríamos juntos y nada se interpondría entre nosotros.
Tras esa magnífica noche, en la que te di algo que nunca más se lo podría volver a dar a nadie, pasaban los meses y cada día te amaba más, comprendí que habíamos nacido para estar juntos.
Nos empezamos a pelear, yo sufro, sufro mucho, pero a ti parece que te da igual. Estamos enfadados una semana y nos reconciliamos amándonos como nunca, pero vuelve otra pelea, y vuelve el sufrimiento, porque amar, es sufrir.

Mi adicción.

Me despierto con lágrimas en los ojos, todavía no se habían desvanecido de la noche anterior. ¿Cómo conseguiré salir adelante? No puedo olvidar el pasado, aquellas noches se quedarán entre las paredes de mi cerebro para siempre.
Me miro al espejo de mi baño, me siento como una auténtica puta, es más, soy una auténtica puta. Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos, no puedo más.
Hace algunos meses me enteré de que mis padres estaban pasando por un delicado momento económico, me di cuenta poco a poco que cada vez había menos en la nevera, supe en ese momento que cualquier día nos podían echar de la casa. Empecé a buscar trabajo para ayudarles, pero en ningún trabajo cobraría lo suficiente para pagar todas las deudas. Un día me estaba dirigiendo a un bar para hacer una entrevista de trabajo cuando me encontré a una chica que me preguntó:
-¿Quieres ganar mucho dinero en muy poco tiempo?
Acepté, me daban igual los modos, necesitaba el dinero. 
-¿En qué consiste el trabajo? -pregunté.
-Verás, tú tienes que servir copas y bailar un poco, y luego si quieres ganar el triple de dinero charlar o lo que sea con los clientes.
Entonces fue cuando entendí a la perfección que el trabajo era como prostituta, y, aún así, acepté.
Pasaban las noches y cada día me sentía más asqueada conmigo misma, pero seguía haciéndolo hasta conseguir una cantidad considerable de dinero y decidí que no volvería a ese bar.
-Nunca más -me repetía constantemente mirándome al espejo.
Desde ese día, cada vez que quería dinero recurría a la asquerosa solución de siempre.
Aunque llore todas las noches, siempre volveré a hacerlo, es algo que no puedo parar, es mi adicción.

viernes, 27 de septiembre de 2013

¿Y si tuvieses que elegir?

Le miré fijamente, no sabía aún cómo, pero debía hacerlo. Me temblaba todo el cuerpo y sentí muchos escalofríos recorriéndome el cuerpo. ¿Por qué me habían hecho elegir? Cuando eres pequeño siempre te dicen:
-¿A quién quieres más, a tu madre o a tu padre?
Tú nunca sabes elegir, pero yo en ese momento no tenía elección, me habían obligado a decir uno de los dos. 
-Mata a uno o mueres tú.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Dejemos los complejos.

Todo está oscuro, no veo nada, ¿dónde está la salida de todas estas series de desgracias? 
¿En qué mundo vivimos? Sinceramente la Tierra me da asco. Estamos destruyendo el mundo, la sociedad está sucia, por favor, empecemos a cambiar, que cada uno grite al viento lo que siente sin ningún tipo de vergüenza, todos somos bellos, por dentro y por fuera. ¿Por qué criticamos sin conocer? ¿Por qué no dejamos de criticar y empezamos a unirnos y querernos? Dejemos los complejos de una vez, nada nos puede afectar, siempre deberíamos de estar felices. Comparte, ayuda, ama.

Frente a ti.

‘Esos momentos de ‘stop’ en los que tú me hablas y yo me quedo mirando tu precioso rubio pelo. A veces te enfadas porque piensas que no te estoy escuchando, pero, si te contara porque no te escucho, igual ya no podría escucharte, pero esta vez porque no hablarías.
         No sé si eres gay, yo, lo soy, y deseo que tú lo seas, pero si me lanzo hay dos finales: perderte como amigo o pasar los mejores momentos de mi vida a tu lado.’
         Estos fueron los últimos párrafos que escribí en mi Diario, AMO desahogarme con él, y AMO a Samuel, el chico del que hablaba. Bueno, ahora, preferiría presentarme a mi mismo: Me llamo Matías, si, un nombre horrible, al menos para mí, a todos le encanta mi nombre, menos a mí, mi nombre preferido es: Samuel, y siempre será ese. Llevo enamorado de Samuel desde los doce años, ahora tengo dieciséis. Atrasemos un poco los años.
         Cuando yo tenía la edad de siete años me di cuenta de que no era un niño como todos, era diferente, GAY, y a los doce me enamoré de Samuel. A los trece empecé a contarles a todas mis amigas CHICAS que era gay, y se lo tomaron bastante bien. A los catorce decidí que era el momento de salir del armario, y empecé contándoselo a mi hermana, ésta se lo contó a mis padres y mis padres a toda la familia. ¿Qué como se lo tomaron mis padres? Pues no como esperaba, acabaron aceptándolo, después de procesos como: Negación, rabia, dolor… Pero, ahora, me quieren tal y como soy. La gente empezó a saber poco a poco que era gay, y ya lo confirmaron con un chico que conocí el año pasado que se llamaba Javier, ese era mi ‘CLAVO’ ¿Qué quiero decir con eso? Intenté utilizarle para olvidar a Samuel, repito: intenté… Al cabo de dos meses me di cuenta de que quería a Samuel. He perdido muchos amigos chicos después de esa relación, menos a tres: Esteban, Samuel y Carlos. Pensé que cuando se enterara mi niño (Samuel) iba a dejar de hablarme, porque le trato genial, y pensé de que se iba a catar de que yo andaba por él.
         Volvamos al presente… Hoy he quedado con Samuel para contarle quien me gusta y de quién estoy enamorado, de él, vamos a ver como se lo toma…
         -Matías, suena el timbre, será Samuel.
         Voy corriendo hacia la puerta después de una larga preparación para estar guapo ante él y bajo. Me lleva al parque. Tras una larga conversación, me dice:
         -¿Y qué querías contarme?
         Respiro profundo y me digo a mi mismo: Puedes hacerlo.
         -Pues, yo necesito preguntarte algo para poder seguir viviendo, necesito que me des esperanzas o que me las quites de golpe…-me muerdo inquietamente las uñas mientras le digo-¿Eñrñres gñary?
         Se empieza a reír de mí, y yo me asusto hasta que cuidadosamente me aparta las manos de mi boca y me dice:
         -Repite anda…No te entendido NADA.
         Me arranco los pellejos de las manos sin nada en la boca para que esta vez se me oiga bien:
         -Que si, ¿Eres gay?
         Pone cara de asombro y me dice:
         -¿Cuánto esperabas para hacerme esa pregunta?
         Sus preciosos labios rozan los míos antes de un pequeño mordisquito en el labio inferior, cuando de pronto, me da un beso lento y duradero, un beso que creía que era el principio de algo bonito.
         Se separa de mí y me dice:
         -Pero, has tardado demasiado, me voy a Inglaterra el mes que viene, no podemos estar juntos. No quiero volver a verte, llevo tiempo enamorado de ti y…
         Abro los ojos y lo primero que veo es a Samuel diciéndome Buenos Días. Os preguntaréis que qué ha pasado. Samuel, si, se fue, y yo con él, a estudiar a una asombrosa universidad que me ha costado mucho conseguir, he hecho muchos exámenes para poder vivir mi vida entera junto a él. Ahora deseo: Quiero abrir los ojos de este sueño y que la cita que tengo hoy con Samuel sea igual que la que ha pasado en este sueño.



         ¿Qué piensas que pasará en la cita real de Samuel y Matías? Eso SOLO ELLOS pueden saberlo.

No abras los ojos.

A alguna gente le cuesta respirar, se ponen muy nerviosos, y no hay nada que les pueda hacer calmar, se lo guardan, lo ocultan, solucionan sus problemas solos, aunque necesiten ayuda, se callan. Yo, Samuel, soy uno de esos, siempre me guardo los problemas, no quiero que nadie se preocupe, y creo, que nadie se preocuparía, soy invisible, vivo bajo la sombra de mi miedo, hablar, me cuesta comunicarme, no tengo amigos, soy feo, listo, y pocas veces me entero de lo que dice la gente, una combinación perfecta de, como nos llaman, los ‘pardillos’, es muy duro el instituto sin amigos, mi única amiga es Julia.

-Hola Julia, hoy he tenido un día horroroso, tienes que venir un día a la escuela, es muy divertida, pero sin ti, no lo es, la gente no me cree al decir que existes, me piden que te saque una foto, creen que es imposible que existas, pero tranquila, yo ya les he dicho que tu no quieres que te vean, no te entiendo, creo que tu también tienes problemas de comunicación, porque no hablas, te escondes en tu manta invisible y…
         La madre de Samuel entró por la puerta extrañada, él dejó de hablar con su amiga Julia porque su madre, Cintia, iba a tender la ropa.
-¿Con quién hablabas?
-¿Yo?, con nadie.
-Te he oído, ¿qué hablabas con tu amiga invisible Julia?
-Es invisible para ti, como yo lo soy para el resto del mundo, pero, mamá, Julia existe, y es muy guapa, más guapa que tú. ¡Julia no es invisible! ¡¿Vale?!
Su madre le miró extrañada, de nuevo, como siempre lo hacía. Cogió la ropa y las pinzas y se fue de su habitación preocupada por su fealdad.
A Cintia, no le gustaba nada como era su hijo, hubo una ocasión en que casi le vende, pero se echó atrás, para ella, su hijo no es ‘perfecto’, pasa de él, como si no existiera, Samuel y Julia no existen para el resto del mundo.
-Julia, ¿te apetece que vallamos al parque?
Samuel se imaginó que alguien le decía que si, hizo como que cogía la mano a alguien, y sin preguntar se fue al parque. A la madre, no le importó, para ella, como si se muere, puede llegar a casa a la hora que quiera, no le importa que le asesinen, pues vive en una ciudad muy grande, según dice, es adoptado.
Cuando Samuel bajó las escaleras de su casa, salió a fuera, pasó unas cuantas calles y llegó al parque. Allí se encontró a los ‘populares’ de su colegio, que, como era de esperar, le dijeron unos cuantos insultos.
-Aquí ha llegado el pardillo, ¿vienes con tu  amiga Julia?
Él, en vez de devolver el insulto, hizo como si no existieran y se fue a la parte de los columpios. En uno se sentó Samuel, y en el otro Julia.
El jefe del grupo, Héctor, fue a fastidiarlo. Cuando llegó a la parte de los columpios, se sentó en el columpio donde, supuestamente, estaba sentada Julia, al sentarse, Samuel pego un grito:
-¡¿Qué has hecho?!-dijo llorando, haciendo como que cogía un cuerpo del suelo-¡LE HAS HECHO DAÑO!
Tras decir estas palabras le empujó y le dio muchos puñetazos hasta que unas madres le separaron diciendo frases como: ‘Que barbaridad’, ‘El niño feo ataca’ y otras muy por el estilo.
Samuel cogió a Julia y la curó con una poción mágica, se fue a casa, sabía que no era bueno andar por ahí, todos le odiaban, era el niño feo.
Cuando llegó a casa fue a la habitación y la cerró con un portazo. Su madre, después de abrirla de nuevo, le dio una torta muy fuerte y dolorosa, y seguidamente le dijo a gritos:
         -¡¿Por qué le has tenido que pegar?! Son la familia más rica, ahora nunca nos darán nada.
Después de esas palabras se fue, cerrando con otro portazo.
Samuel se puso a llorar harto de su vida, porque aunque su madre le tratara mal, él la quería, y mucho, era demasiado bueno como para no querer a su madre, él pensaba que ella también le quería porque es su madre, pero no era así, la madre ya no aguantaba más, necesitaba deshacerse de él.
Esa misma noche fue a hablar con su marido:
-Cariño, necesito decirte algo, ¿podemos hablar ahora mismo?
         -Sí, claro, dime.
-Ya no quiero que…
-Dime, ¿el que no quieres ya?
-Samuel.
-¡¿Qué?! Anda deja de decir tonterías, vamos a dormir.
-No son tonterías, ya no le quiero, he pensado en dejarle en un orfanato, es muy fácil, solo tenemos que firmar unos papeles y ya no será nuestro hijo, solo son unos papeles.
En ese momento se oyeron llantos, Samuel gritaba, harto de todo, en ese momento, se dio cuenta de que nadie le quería, su madre, su propia madre estaba decidiendo deshacerse de él, y lo que peor le pareció es que lo decía tan tranquila, le daban ganas de morir, se pegaba puñetazos, mirándose al espejo repitiendo: ‘No sirvo para nada, nadie me quiere’. Se dio una torta, y decidió seguir escuchando la conversación.
-¡De ninguna manera! ¡Es nuestro hijo! No le pienso abandonar, mira, que vas a cambiar a tu hijo por cotilleos, es alucinante.
<<Mi padre me quiere-pensó él con una sonrisa gigante>>
-Pues debes elegir, tu hijo, o tu mujer.
Samuel decidió no escuchar más de la conversación, se imaginaba la respuesta, estaba claro, iba a acabar en un orfanato, y con suerte, en una casa, pero es difícil que alguien adopte a un niño feo, ya no le quedaba nada, no sabía qué hacer, por unos momentos se le ocurrió la idea de suicidarse con Julia, pero, según afirmaba, Julia no quería suicidarse.

-¡HA DESPERTARSE! ¡VENGA! –dijo de malas maneras Cintia.
-¿Y si no quiero?
En ese momento, Manuel, el padre, entro por la puerta haciéndole señales a Samuel para que le hiciera caso:
-Venga, también he preparado un desayuno para Julia.
En ese momento, el pequeño, cogió a Julia de la mano dándose cuenta de que su padre la veía, aunque no la viese, Manuel era astuto, y sabía muy bien cómo hacer feliz a su hijo, y la verdad, era muy sencillo.
Al llegar a la cocina, Samuel se sentó en su típico lugar de comer e hizo como que apartaba una silla para que se sentara su única y mejor amiga.
-Julia, creo que a mi padre le caes bien, te ha preparado un desayuno, ¿no piensas comer nada? Como sigas así, te vas a morir.
Manuel miró tristemente a Samuel, le preocupaba su imaginación, al fin y al cabo, ya tenía 14 años, pero, por una parte le entendía, sin ningún amigo, lo mejor que puedes hacer es inventarte uno. También le miro triste porque al hacerle esa pregunta Cintia, Manuel no pudo responder, tenía más vida con Cintia, y no es lo mismo un hijo que una mujer, Cintia y él nunca se separaban, ella le había dado una semana para responder, y él no sabe qué va a decir. Pobre Samuel, casi nadie le quiere, para él, solo le quiere su valiosa amiga Julia.
Después de desayunar, Samuel, no sabía qué hacer, típico en las mañanas de Sábados, la mayoría de los niños ven la tele o chatean por redes sociales, pero él no tenía amigos, no merecía la pena crearse una red social.
-¡Papá! No sé qué hacer.
-Vete a tu habitación, tengo una idea.
Como le había dicho su padre, fue a su habitación y esperó.
Manuel asomó por la puerta y le hizo un gesto para que se tumbara en la cama.
-Cierra los ojos.
Tras cerrar los ojos, preguntó:
-¿Y ahora qué?
-Silencio, no digas nada, no abras los ojos, crea tu mundo, mete a las personas que quieras en él, e imagina todo lo que se te antoje.
En ese momento Samuel tuvo un mundo en el que solo estaban él y Julia. Se imaginó que volaban, veían las casas muy pequeñas, y Julia hablaba. Tenía una melena rubia y unos preciosos ojos azules, era la mujer más guapa del mundo para él.
-¿Hacia dónde volamos?-preguntó Julia alegremente.
Samuel abrió los ojos, se levantó de la cama y se fue de la habitación.
-¿Qué te pasa?-preguntó su padre.
-No me gusta este juego.
Manuel extrañado porque le debería encantar, pues lo había inventado para eso, le preguntó:
-¿Y eso?
-Es que, papá, odio los sueños, odio esto, es muy parecido, vamos a ver, para que quiero imaginar todo eso, cuando abra los ojos voy a estar en este asco de vida, prefiero no hacerme ilusiones, en el sueño te despiertas y en este juego tuyo, peor todavía, abres los ojos. Solo con abrir los ojos se acaba todo lo bueno.
-Pues no los abras, no los abras.
-¿Y qué voy a estar toda la vida en un profundo sueño?
-Digo, no los abras en la vida, ósea, mira lo bueno, no lo malo.
-¡Ah! Es verdad, pero hay un problema, no hay nada bueno.
Después de decir esto, Samuel se fue a llorar al salón donde se encontraba su madre, al verla, le miró con asco y se fue de casa, se quedó llorando en pijama en las escaleras, le daba igual que alguien le viera, ya lo tenía todo perdido. En el fondo, él, sabía perfectamente que Julia no existía, pero al no tener a nadie, y después de verla en su imaginación, había pasado de ser invisible a ser una preciosa rubia de ojos azules, la típica guapa.
Manuel dejó que Samuel pensara en los hechos porque no sabía que decirle.

-Cariño ¿podemos hablar?-preguntó el padre de la familia a su mujer.
-Sí, claro, claro.
-Es sobre Samuel, ya me lo he pensado.
-¿Y bien que has decidido?
-Pues, haber, cariño, te quiero, mucho, mucho, mucho, pero no eres el tipo de mujer que parecías ser, me has hecho elegir, pues me voy por Samuel, esta es nuestro último día aquí.
Cintia le miró con rabia y con decepción y se fue a un supermercado donde compró alcohol para olvidar que su marido le había dejado.

En casa, todos se pusieron a dormir. Cintia llegó con algunas bebidas muy fuertes. Se bebió dos botellas y se le fue un poco la conciencia, no sabía lo que hacía.
De la rabia y el dolor que Cintia poseía fue a la habitación donde dormía su marido y, sin pensárselo dos veces, hundió un cuchillo en su pecho. Seguidamente se puso a llorar recordando todos los momentos buenos a su lado.
Nada más matarle, arrepentida, se fue de casa para olvidar lo que había en ella, fuera de casa se clavó el mismo cuchillo en su garganta.
Samuel se despertó sudoroso, había tenido la peor pesadilla del mundo. Se levantó de la cama y fue al baño. Por el camino se dio cuenta de que había una gran mancha roja en la cama de sus padres, al entrar, no supo ni llorar, pegó un grito y dijo:
-¡¿Pero qué cojones pasó?!
‘Después de dos años’
-Estos son tus nuevos papás-dijo el director del orfanato a Samuel.
-Hola
-Hola, ¿Quieres que vayamos ya a casa y de paso te la enseño? –dijo su nueva madre con una sonrisa confiable.
Él asintió y fue en el coche de sus nuevos padres.
Cuando llegaron, le enseñaron todas las partes de la casa incluida su habitación.
-¿Me podéis dejar solo en mi habitación?
-Si, por supuesto, y recuerda, este es tu nuevo hogar, como si hubieras vivido aquí desde toda la vida-dijo su nueva madre nuevamente sonriendo.
Cuando se fueron de su nueva habitación disfrutó hablando con Julia explicándole:
-Julia, estoy triste, creo que lo mejor es morirme, si, no insistas, tu no existes, si me muero quizás, pero bueno, no pensemos que no existas ahora, te quiero, vivo soy infeliz, muerto, estaré con mi padre, y estaré contigo, que digo, estaré con todos, y estaré feliz, eso es lo que importa, ¿lo entiendes?
Samuel escribió una carta para sus nuevos y últimos padres.
Después agarró a Julia de la mano y fueron juntos hacia el borde de la ventana, Samuel miró abajo y tragó saliva.
-Te quiero-le dijo a Julia.
<<Yo también-pensó Samuel que le decía ella>>
-Una, dos y tres.
Samuel se dejó caer, cerró los ojos, le apretó la mano a Julia y se tiró con un grito. Antes de caer, notó un apretón de mano, por primera vez notó a Julia.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue a una chica guapa, con preciosos cabellos rubios y ojos azules.
-Hola, todo ha ido bien –dijo ella con una sonrisa.
Cuando se levantó de la cama de oro vio a dos pájaros gigantes, uno azul y otro verde.
-El tuyo es el verde.
Se subió al verde, Julia al otro y le dijo:

-¿Hacia dónde volamos?
Tanto tiempo había él estado esperando eso, estar con Julia, que existiera, estar volando, todo lo que quería, y lo único que podía hacer era sonreír, Julia, verdaderamente existía. Los pájaros se tiraron y Samuel sintió que podía volar, Julia le volvió a preguntar:
-¿Hacia dónde volamos?
Y lo último que se de esta pequeña historia es que Samuel recuperó la sonrisa.
         Samuel se miró al espejo y vio que era guapo, sin gafas, sin aparato, era guapo, muy guapo, a su lado la mujer más bella del mundo, su mujer, Julia, con la que había compartido toda su vida, y al otro lado, su padre tan sonriente como siempre, por fin todos juntos, solo faltaba su bella madre, que no la había vuelto a ver. Cintia apareció por la puerta y le dijo:
         -Te quiero.
Y Samuel le sonrió, dejando atrás todo lo malo, porque un juego puede que llegue a darte una mejor vida.
Julia le susurró a Samuel al oído:

-No abras los ojos.

Recuerda mi nombre.

El viento despejaba mi cara, libre del cabello que sostenía mi cabeza. No había ningún otro lugar que me gustase más, ese puente con un rojo precioso, ese sol que alumbraba a los que pasaban por él, el camino. Siempre, al ir a clase por ese puente, llego tarde, no puedo resistir el no quedarme viendo los patos nadar por el río de debajo del puente, observando los pájaros volar a mi alrededor, sonreír al ver los campos que están más allá del puente, de un verde fugaz y deslumbrante, un verde con pintadas amarillas de margaritas a pleno crecer.
Mi móvil suena, ya he vuelto a llegar tarde, lo cojo y era mi madre regañándome como siempre por llegar tarde. Corro hacia el colegio y una voz realmente delicada me pregunta a mis espaldas:
-¿Tú también llegas tarde?
Me giro y veo a la persona más preciosa que nunca había visto, la conocía, pero gracias al sol de mi puente que liberaba su cara de cualquier oscuridad, he logrado verla de otra manera.
-¡Eh, eh! –me despertó ella de mi sueño despierto.
-Eh… Si, ¿y tú? –le respondí con cara de idiota.
-¿Hacemos pellas… juntos?
En mi cara se pudo iluminar una sonrisa bastante amorosa pero demasiado agilipollada, pero, por la cara que puso, le gustó, por lo tanto no la quité, y le respondí con esa misma amorosa y agilipollada sonrisa:
-¿Contigo, claro?
-¿Estás ligando conmigo? –me preguntó con cara de tener ganas de escuchar un sí.
-Sí tú quieres que ligue contigo, lo haré.
-Pues… hazlo.
Vale, claramente, me ha ganado la batalla.
Se me escapó una risita tontorrona, y se me apeteció besarla, se me apeteció mucho. Pareció que me había leído el pensamiento porque me dijo manoseándose el pelo juguetonamente:
-Bésame si se te apetece.
-Me apetece.
Me acerqué a ella con muchísimas ganas de rozar sus carnosos labios pero, inesperadamente, me puso un dedo y la boca y me preguntó:
-Pero, antes, al menos dime cómo te llamas, yo Sofía, ¿y tú?
Ella sabía perfectamente mi nombre, y suponía que yo sabía el suyo, pero creo que intentaba hacerse un poco la interesante para que me gustase más. Cortésmente, le respondí:
-Yo me llamo Kurt, por cierto, me encanta tu nombre.
-A mí me encantan tus labios.
Tras decir esas palabras, Sofía, se acercó a mí y me dio un beso demasiado intenso, un beso que marcó el principio de algo, que yo creo, que va a ser muy perfectamente perfecto, no sé por qué, es la primera vez que me intereso por ella, pero ya me da la sensación de que la amo.
Nuestros labios se separaron, nos sonreímos, echamos unas risas sin mirarnos a los ojos, y yo decidí abrazarla. Cuando el abrazo se terminó, por desgracia, ella me preguntó:
-¿Paseamos un rato?, sé que te encanta este campo.
-Y… ¿Cómo lo sabes? –le cuestioné inquieto porque era la segunda vez que me leía el pensamiento.
Me rodeó sus brazos por mi cintura, acercó sus labios a mi oído y me susurró:
-Todos los días del curso te he espiado y tus ojos eran de un azul más claro al mirar todo este terreno.
Me emocioné, y pensé: ‘Qué chica tan maravillosa’. Le sonreí y le di un pequeño beso. Comenzamos a pasear, y tras andar un par de horas por ese magnífico lugar, que por aquel entonces era NUESTRO lugar, nos echamos sobre las margaritas, preciosas amarillas margaritas, y empezamos a tener una larga conversación, empezó ella, naturalmente me lo esperaba:
-¿Sabes qué?
-Dime –le dije con los ojos de azul aclarados.
-No sabía que me podías gustar tanto en tan poco tiempo.
No dije nada, no hizo falta, solo le volví a besar de nuevo, pero fue un beso más largo y con más delicadeza y amor, fue mágico, fue lo que inició mi enamoramiento hacia ella.
Desde ese día, después de la tremenda bronca de mi madre por no ir a clase, empezamos a ser inseparables, estar todas las horas del día juntos.
Han pasado ya siete meses, hoy mismo hacemos siete meses, y, como siempre, quedamos donde el puente para ir juntos a clase.
Me acabé de preparar y fui corriendo impidiendo hacerle esperar. Soy miope, pero desde mi casa pude ver sus preciosos cabellos rubios, y supe que era ella.
Sofía, al verme, corrió hacia mí con un paquete en la mano, saltó a mis brazos y me empezó a besar toda la cara y, finalmente, la boca. Me gritó muerta de ilusión:
-¡Hacemos ya siete meses!
Nos intercambiamos los regalos, yo le regalé un collar de oro puro, que la verdad me había costado mucho, y ella a mí una preciosa funda para guardar mis láminas, ah, no lo había comentado, me fascina pintar.
Empezamos a caminar dirigiéndonos hacia el instituto, y besándonos cada poco.
Por el camino, algo espantoso pasó, Sofía se desmayó, y me preocupé muchísimo, llamé a todos y la llevaron al hospital, y yo les acompañé. Estuve esperando en la sala de espera mucho tiempo, y, por fin, llegó su madre a comunicarme lo que había pasado.
-Hola Kurt.
-Hola Madeline.
Ansiosamente le pregunté asustado, y con ganas de llorar a mares:
-¿Qué le pasa?
Madeline se puso sus dedos índices en los ojos, impidiendo que su rímel se corriese por las lágrimas que brotaban de sus ojos.
-Pero, ¡¿Qué le pasa?! –insistí.
Miró al techo con un dedo en la nariz y continuando llorando y me dijo:
-Pues, que los médicos le han detectado una extraña enfer… enferm… enfermedad.
Rompió a llorar, despreocupándose de su maquillaje y solo preocupándose en su hija. Yo también lloré, y quise más explicaciones:
-¿Y qué hace esa enfermedad?
-Ya se ha quedado ciega. Olvida los recuerdos, se vuelve muy débil, se desmaya, le dan ataques de ansiedad, y más cosas horrorosas.
Lloré más aún, sobretodo en que me iba a olvidar, y en que se iba a volver muy débil. No quería que se muriese… Madeline siguió explicándome la situación. Y lo peor que pude escuchar fue que no tenía cura, porque, ni los médicos conocían la enfermedad, y ya estaba muy avanzada.
-Corre a verla, a despedirte, ahora que te recuerda –me dijo con una verdadera alegría de que yo la quisiese.
El mes anterior, en nuestro aniversario, nos regalamos una pulsera con un cascabel, tenía una idea para que me recordase siempre.
Entré en la habitación y estaba débil, rodeada de cables, pálida. Me aguanté las ganas de llorar para que ella no me viese triste y le saludé:
-Mi amor, hola, soy Kurt.
Me buscó con su mano para poder tocarme y me acerqué a ella para que pudiese hacerlo y que se diese cuenta de que estaba a su lado. Me saludó ella también con lágrimas en los ojos:
-Hola, cariño.
Le cogí de la mano y le mostré mi plan para que no olvidase mi nombre:
-Sofía, a mí no me vas a olvidar, tengo la manera…
-Voy a olvidar todo –me interrumpió.
Le di un beso en la mejilla y continué:
-Créeme, no me vas a olvidar, a ver escúchame. ¿Recuerdas nuestras pulseras con un cascabel?
-Sí, claro que lo hago.
-Pues te voy a poner una alarma en el móvil, para que cada media hora agites la mano y puedas escuchar el cascabel y por tanto recordar mi nombre.
-¿Cómo sabré que tengo que mover la mano?
-La alarma te lo dirá.
Me acerqué más a ella, le cogí de la mano y le besé en los labios, el beso más profundo que nos habíamos dado en toda nuestra relación, pero, no marcaba el inicio de nada, marcaba su final, y si era su final, supongo que también será mi final, porque ella se ha convertido en mi vida. Antes de irme le dije agitando la mano:
-Recuerda mi nombre.
Mirando hacia otro lado me sonrió, pero supe que esa sonrisa era para mí. Me respondió:
-Lo haré, nunca te olvidaré, hay cosas que, enferma o no, no podré olvidar.

Al pasar unos meses, Sofía murió, y no lloré, me alegré, se le había acabado el sufrimiento, sé que no era justo, pero, mejor que sufrir, morir, y murió, de la forma que  yo deseaba y que yo quería: Recordando mi nombre.